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  • Foto del escritorCeleste Granda

Actualizado: 27 mar


Hace unos meses que no escribo para mí. Puede parecer algo trivial, pero es curioso cómo todos los días me dedico a sacar ideas de mi cabeza, a exprimir mi cerebro y dar con ese "algo" especial para un montón de marcas que no tienen nada que ver conmigo. No me tomen a mal, yo amo mi trabajo y me siento honrada de poder dedicarme a la creatividad, a esa de la que me dijeron que no podría vivir, por allá cuando era adolescente; pero está la sensación de que últimamente he dejado de lado este pasatiempo que por años me llenaba de ilusión.


Pensamientos Celestes no empezó como tal. En un principio, mis escritos iban a dar a la sección de notas de Facebook. Ahí recibía un par de "me gusta" y sentía que valía la pena. Luego, en la universidad, una compañera me dijo que un blog podía ser parte de mi portafolio profesional, dado que en ese momento no tenía experiencia, ni nada que mostrar. Decidí entonces aventurarme a compilar todo lo que había escrito y mostrarle a mis potenciales empleadores una parte importante de mí. En Pensamientos Celestes escribí sobre amores fugaces, sobre amores marchitos, sobre ocurrencias aleatorias, sobre conceptos, sobre la naturaleza y sobre temas que me sacaron las lágrimas. Mi alma plasmada en letras, quedó a merced de desconocidos para que, quizás, dieran clic en el enlace adjunto en mi hoja de vida y descubrieran mi potencial.


Hoy tengo mucho más para mostrar (profesionalmente, en mi portafolio, una vez vacío) y tal vez por eso abandoné este ejercicio juicioso que una vez amé. Hoy regreso, recordando por qué empecé a escribir. Vengo a vaciar mi mente y a teclear cosas que no van para nadie más que para mí. Sobra decir que se siente bien.

  • Foto del escritorCeleste Granda

Hace unos días leí una noticia que me dejó helada y me llenó los ojos de lágrimas. Sí, adivinaste: es sobre maltrato animal. No, no pasó en mi país, pero es un negocio que lucra a muchísimas personas a costa de actos macabros. Sí, esto pasa a diario, en diversas partes del mundo, ¿por qué escribir precisamente sobre este hecho? Porque no solo involucra a un animal -que por definición es una criatura indefensa que está a merced de lo que los humanos dispongamos-, involucra a bebés, pequeñas crías que son arrebatadas violentamente de los brazos de sus madres para padecer una muerte llena de dolor en manos de unos hijos de puta sin escrúpulos, cuya conciencia solo funciona si hay un signo-pesos de por medio.


Por más que he intentado dejar ir esto, no puedo dejar de pensar que, mientras mis gatas -por ejemplo- están pasando una vida llena de mimos, cuidados y amor, hay otros animales que están siendo arrebatados de su libertad, de su derecho a tener una familia y su derecho a caminar por el planeta Tierra sin ser secuestrados y ejecutados.


¿Hasta cuándo va a seguir el hombre lucrándose con el sufrimiento ajeno? ¿Cuándo saciará su deseo de poder y de someter a otros a su cruel voluntad? Me pregunto si estas personas tienen hijos, una pareja, un hermano, una madre. Me pregunto si ellos tienen la capacidad de amar y consentir a otro que no sea ellos mismos. Porque si tienes el más leve asomo de cariño en tu corazón, en el fondo debes saber que lo que haces no solo está mal, ¡ES HORRIBLE! Y no tiene la mínima justificación.


Este tipo de noticias son las que sacan a relucir a mi monstruo interior que quisiera barrer con todas las personas violentas del mundo, exterminarlas y sacarlas de donde puedan estar cerca de los animales y personas indefensas. Pero eso, acaso, ¿no me convertiría en alguien parecido a ellos?

  • Foto del escritorCeleste Granda

Mi niño, mi pínchipe, mi ñiñi, el primer peludito que llegó a mi vida, a llenarla de retos, de aventuras y de mucho amor. Yo sabía que mi pequeña larva atómica estaba envejeciendo y que, inevitablemente, llegaría el día en que no estaría con nosotros, lo que no me esperaba es que fuera "tan pronto". 14 años en un perro es un montón, pero para mí se pasaron volando y se me escaparon entre los dedos. Siempre lo mimé y le di a entender lo mucho que lo amé, solo que a la hora de haberlo encontrado así, con los ojitos abiertos y la mirada perdida, sentí como si no hubiera hecho lo suficiente, como si le hubiera quedado debiendo caricias y palabras de afecto.


Ese día de febrero lo puedo nombrar como el peor de toda mi vida. Solo comparo ese dolor que sentí en el pecho como cuando el hombre que pensé iba a ser mi esposo, decidió marcharse. Caminé por la orilla de la quebrada esperando que fuera mentira, que el niño no fuera el cadáver que se encontraron allí. Corrí hacia el agua con mi ropa puesta y lo vi acostado, siendo devorado por un ave de rapiña. Me quedé sentada en el agua con el corazón destrozado –así lo sentí, literalmente–, mi mamá lo recogió y se fue, pero yo solo esperaba que todo fuera un mal sueño.


Hoy entiendo que te tenías que ir, y aunque en medio de la ansiedad yo piense que no te demostré suficiente amor, espero que desde el cielo de los perritos leas estas palabras y recuerdes que eres un ángel que marcó a muchas personas en la tierra, que fuiste el peludo más amado de todas las galaxias y que espero encontrarme contigo al final del arcoíris para que terminemos este viaje juntos y empecemos uno nuevo.

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